Los prismáticos son los instrumentos más prácticos y transportables que podemos comprar para disfrutar del cielo. Por eso es importante tener cuidado a la hora de escogerlos, porque una buena elección nos hará más accesible y más sencilla la práctica
de la astronomía.
Los prismáticos para astronomía deben tener un buen campo de visión, que nos permita contemplar una gran porción de cielo con ellos. Esto nos facilitará encontrar rápidamente
todo aquello que queramos observar, ya sean los satélites del planeta Júpiter, la nebulosa de Orión, las Pléyades o recorrer cómodamente los campos de estrellas de la Vía Láctea.
¿Qué debemos tener en cuenta en primer lugar?
Además de tener claro nuestro presupuesto, debemos considerar tres datos o valores muy simples relacionados con las características ópticas de los prismáticos:
• El diámetro de los objetivos, que son las lentes de mayor tamaño. En este caso, lo importante es que tengan un buen diámetro, no menor de 40 milímetros. Esto facilitará una mayor entrada de luz, dando también una imagen más definida.
• Los aumentos, que normalmente vienen indicados por el fabricante en la propia carcasa. No conviene pasarse. Demasiados aumentos oscurecen la imagen, reducen el campo de visión, lo que hace más difícil observar.
• La pupila de salida, que depende de los dos primeros valores y se calcula mediante una simple división: el diámetro de los objetivos expresado en milímetros, dividido entre los aumentos de los prismáticos.
Los valores ideales de la pupila de salida de los prismáticos están en 5 milímetros o un poco más, justamente el rango en el que se abre la pupila de nuestros ojos cuando están adaptados a la oscuridad de la noche. Los músculos del iris del ojo se contraen cuando nos encontramos en un ambiente poco iluminado, abriendo las pupilas todo lo posible, para que entre más luz y ver mejor por la noche.
Si el tamaño de la pupila de salida de los prismáticos equivale al tamaño de las pupilas de nuestros ojos, aprovecharemos perfectamente las prestaciones ópticas de nuestro instrumento, obteniendo la visión óptima del cielo.
Proponemos a continuación algunos ejemplos que ya hemos calculado. Los modelos de prismáticos de astronomía más comunes que dan una pupila de salida de 5 mm son los 8×40 y los 10×50; para tener una pupila de salida de 6 milímetros, podemos escoger unos 10×60.
La capacidad adaptación de nuestros ojos a la oscuridad varía de una persona a otra, dependiendo sobre todo de nuestra calidad de visión y de la edad. Los niños más pequeños pueden llegar a tener pupilas de 8 o 9 milímetros, mientras que lo normal en adultos es alcanzar una dilatación de 5 milímetros. Un truco para aumentar el tamaño de nuestras pupilas en la oscuridad y, por lo tanto, mejorar la capacidad de adaptación de la vista es usar gafas de sol a diario, una costumbre que, además, protege nuestra vista.
Otras consideraciones importantes
Son recomendables las lentes que lleven un tratamiento que mejore el contraste y que repela la humedad, lo que se logra mediante un recubrimiento o coating especial.
Además, las lentes compuestas contribuyen también a ofrecer colores más realistas e imágenes de calidad uniforme en todo el campo de visión.
Por último, y siempre que dispongamos de mayor presupuesto, se puede valorar adquirir unos prismáticos estabilizados, dotados de una sofisticada tecnología que absorbe las vibraciones de nuestro cuerpo. Estos instrumentos evitan en gran medida los temblores naturales que introducimos en la imagen cuando sostenemos el instrumento para observar, por lo que la visión es mucho más cómoda.
Si no se tiene mucho presupuesto, es preferible comprar unos buenos prismáticos antes que un mal telescopio infantil y aprender primero las constelaciones y a localizar los planetas.